martes, 8 de septiembre de 2009

ZAFIRO II
















Viejos fantasmas ondulan nuestra memoria Terca es la ausencia del olvido

Silvia Pastrana
Contemplé tanto la belleza que mi visión le pertenece...
... Rostros del amor, tal como los deseaba Mi poesía... en mis noches juveniles, en mis noches ocultas, encontradas
Konstantinos Kavafis


I
Te dije: Ellos de impecable gris son los otros rostros del amor Apenas los distinguimos barnizados en la madera gastada por el tiempo Somos esos rostros de la quilla hundida por el centro La que oscila en la nada Somos ebrias carnes azules erizadas por la cólera Albatros varados en los cabos del velamen: sombras agigantadas que se copulan en la tormenta Pulsaciones a destiempo donde el mundo termina por romperse sereno, ingrávido y gozoso También te dije: ellos tantean el solitario albedrío de las embarcaciones de pesca Los sueños son ciudades para peces mudos que piden auxilio Ciudades con rostros ocultos desfigurados Sabes... contemplé esta postal en mis noches juveniles, las ocultas y las encontradas Entre las casas blancas con cúpulas simétricas y desprotegidas estaba mi casa Sí, contemplé tanto esta postal de casas blancas de líneas rojas de cuerpos y labios rojos de estatuas en las grietas que casi no la recuerdo Viejos fantasmas ocupan mi memoria Diminutos pájaros picotean la cubierta del olvido
II
El acimut gradúa la ruta Los pescadores aprontan sus redes: el mar espera Hay alimentos agazapados en la ingrata soledad del mundo (el de abajo) Te dije: el viejo galeón yace lejos pero quise decirte: la historia se escribe una vez para repetir mañana los párrafos subrayados con el añil de la memoria Somos marineros reclutados para sembrar balizas en los bancos de arena con idénticas cartas de navegación con idénticos relojes marcando la hora de la partida Horas de cáñamo, te dijo Hebras retorcidas para coser el silencio cuando los pulpos se enredaban a nuestros tobillos ...y las garras de los pulpos nos cuentas sus historias ...y las garras de los pulpos izan nuestros cuerpos ... y las garras de los pulpos... El mar se hunde, te dije El destino es una garganta de arcilla que ahuyenta la niebla Hemos muerto tantas veces que los cuándos y los nuncas se nos han vuelto el pesado lastre que hunde nuestra pequeña embarcación
III
Mañana de niebla densa Los olores rebasan las paredes de la casa blanca con balcones vacíos de anémonas de papel La brisa sólo desparrama la arena con amatistas y esmeraldas arrancadas de los peñones Los guardavidas agitaban sus banderas rojas cuando te dije: el mar es un abismo que nos roba las palabras y “me lamerás” hasta que el azar nos arre por instinto a su centro Te apoyaste en mí y la embarcación se inclinó EL horizonte se hunde Nuestras bocas muerden su ámbar y mutilan las margaritas de los mástiles que no pueden ovillar los sueños Sabes, en mis noches hay remolinos Mi visión apenas atrapan líneas que se debaten sobre las olas del naufragio Te repetí: el mar es un abismo que nos roba las palabras pero debí decirte: somos un par de remos lastimados en el doble fondo de la memoria
IV
La niebla cuelga del fondo de la bahía: las barcas se esconden Un vidrio opaco entorpece el zarpazo de la mañana y el miedo es la mordedura de los mentirosos fantasmas que ensucian los umbrales de nuestro puerto El agua sucia igual tienta Supura las heridas Supura los invisibles tajos que trepan por las escalas del tiempo El agua hechiza depreda seca y los pescadores tienen hambre cargan sus aparejos negros y gastados después de tantas noches sin carnada fresca Fíjate, las barcas apuntan sus proas hacia las cornisas con estatuas que simulan cristos sobre vírgenes errantes Los timones de esas barcas son sandalias de maderas astilladas por el rústico azul sin dueño Nadie debió zarpar esta mañana Nadie debió quebrantar el rostro del mundo de abajo Es que hay peces que escapan de las redes negras y gastadas Es que sólo hay tercos peces que no quieren dejarse atrapar
V
Las palabras son mudos pasajeros de esta larga travesía Incitan pero desaparecen: se funden en el mar Crujen como una sinfonía inconclusa Simulan ser el faro del último archipiélago Tienes que volver me dijiste reclinado en el indescifrable de nuestra piel Fue cuando el sol nos ardió una sola vez y de una sola y austera mejilla de la memoria Debes volver me gritaste: todos los tiburones regresan al golfo por sus víctimas Regresan al lugar donde el tiempo desliza su cráneo vacío Volver a esa máscara que nos observa desde los espejos colgados de las olas sin exaltación Las palabras son mudos pasajeros de esta travesía Escapan Resbalan Son pies descalzos destellos de la sequedad de la tarde Sabes, no nos dimos cuenta que todo se funde en el mar Es el cansancio, Dieste Me he preguntado muchas veces si el cansancio es el mesquino disfraz de fantasía
VI
Contemplé tanto la belleza... Mi visión es una pluma inservible del amante espía Cada rostro del presente se anuda a la cruceta erguida en el páramo Cada rostro del ayer, boya teñida de azul oscuro, descansa en la arboladura Son sólo rostros del amor tal como los deseaba mi poesía... en mis noches, en mis blancos balcones con anémonas de papel que cuelgan como túnicas hacia el vacío Una estela desdobla el mundo Fíjate, cada mitad es una faja de lona durmiendo a la intemperie Cada mitad gasta sus hélices cuando el timón guiña su rumbo con un cristal descalzo de palabras
VII
La marea va a ninguna parte: a su destino Te dije: la marea devuelve la resaca sólo por la noche Es que el amanecer gasta de prisa sus líneas de fe y encalla por la proa Es que la sangre se diluye con su espuma Es que hay bocas de lobos en el mástil Machos y hembras oxidadas por la tormenta Machos y hembras que no saben fijar el timón hacia un rumbo definitivo Las puertas del tiempo están abiertas a los naufragios cuando la marea va a ninguna parte, te repetí Hay lumbreras de opaca redondez que distorsionan el escenario de nuestras rompientes El escenario cambia Es otro, sí, siempre es otro después de cada embestida Es que el barco que atraca por la noche parte por la mañana “vistiéndose apresuradamente” al toque del silencio Es que los puertos están en ninguna parte: en su destino Son frágiles rostros del amor Rostros desfigurados despeinados ocultos desencontrados
VIII
El mar golpea violentamente El acantilado se desgrana se agrieta se hace cuerpo rostro de la negación: realidad del mundo Nuestros cuerpos son alacranes en la vela de cruz Fibras que encallan en las raíces de las aguas vivas sin tronco Lenguaje regular de los alisios en las noches sin efervescencia Mi visión es el cántaro que recogió la sangre salobre de las guerras sangre de reyes destronados en el último motín Sangre de labios rojos apretados de vientres apretados de arenas desprendidas de aquel acantilado o de esta pared que ha perdido la coordenada de su sangre El faro está agazapado al final de la calle: oscila la tormenta por instinto También por instinto arribaron viejos lobos a la orilla Te pregunté: por qué vienen viejos lobos a esta playa Mi visión fue el cántaro que recogió tu sangre o la ubre del último orgasmo o la piel de esos viejos lobos que sacuden sus almas frente a los balcones de escapadas anémonas de papel
IX
Nuestras manos se aferran al peñón gastado De nada sirve ser un par de remos obstinados en salvar el final de la travesía Las bromas adheridas a este casco de madera resbaladiza pesan El mar se hunde El horizonte se hunde Todo el azul es una bola de fuego Es aquel rojo del cántaro de los labios apretados El de las noches ocultas con ojos ocultos de aquella oculta juventud Jugábamos.. Recuerdo que jugábamos con las treinta y dos cuartas que anotamos en la bitácora de la vida Apostábamos las monedas de cobres acuñadas en el reino de las cábalas Las cábalas, te dije, son gestos acodados a la última vela de la popa: la de la partida Fíjate: los veleros clavan esa bendita cruz desnuda en el vientre desnudo y las gaviotas se acuartelan huelan esperan y contraatacan A veces los pasajeros no están preparados para un largo viaje A veces los viajes sólo viajan pasajeros sin destino El mar se hunde igual cuando cualquiera sea el peso del lastre que carguen los barcos Todo azul es bola de fuego en los rostros del amor de la bendita cruz de las cábalas
X
La noche está En este camarote todo huele a noche La marca de la arena es una llaga que prescinde: nos prescinde La salinidad no pertenece a nadie pero se clava en la brújula del instante El norte está en guerra Siempre el norte está en guerra desovando las sombras de las sombras Las aves sobrevuelan los vidrios empañados del ojo de buey Mientras rastreamos las cadenas del ancla que tocó fondo fondeamos en el gastado espigón de la memoria Hay yb barco arenero dragándonos quebrantándonos hundiéndonos en los montículos rebeldes de la playa Fíjate: un barco arenero nos siembra la noche con insondables abismos y mi visión le pertenece
XI
Los grises son máscaras de humo detrás de la ventana Ellos están ahí contemplando un paisaje desconocido Saboreando con rabia la transparencia del ocaso que no es Juegan a las escondidas con los lomos de los pelícanos Plantan retoños de algas en los flujos rebeldes Ellos están tendidos sobre los médanos blandos del umbral de la casa blanca escribiendo la breve biografía de los calamares Persiguen erizos que huyen disfrazados de esferas por la cartografía de los cangrejos Ellos juntan fósiles para enhebrar la ausencia: ellos se visten de albatros desplumados por relámpagos de tempestad Ellos nos reemplazan, creo,
XII
Grises de ultramar Grises en el golfo La espuma expulsó el paisaje de este lienzo Es que mundo se fatiga, te dije Es que sólo vemos a través de nuestras impaciencias Es que el tiempo es circular Es que el otoño inclina las embarcaciones sobre los frágiles árboles de la memoria Cómo decírtelo antes de que el gris se haga sombra permanente La memoria sólo guarda restos de naufragio El tiempo es circular En qué lugar brilla esa luna de zinc que se apagó en este camarote En qué península la veleta fijó su revés en los estruendos La memoria guarda restos de naufragios, te dije Somos líneas cuerpos que flotan carnadas de un mundo que se fatiga en el revés del mundo
XIII
Mañana será día de pesca, dijo el viejo práctico Las aves volarán de popa a proa, pensé En verdad, creí que cargarían sobre sus alones la red que atrapa la carne para saciar el hambre Sabes: no hay remedio para el hambre No hay salvavidas para los cuerpos que buscan sus delfines de buenos augurios en la aguada Mañana: no hoy Nunca hoy Mañana descubriremos los pertrechos que socavaron la playa de las buenas intenciones Mañana las paredes de este castillo se transformarán en puentes levadizos de antiguas epopeyas Mañana será día de pesca Él lo dijo Es que no hay remedio para aplacar el hambre Es que ya no quedan carnadas en los aparejos gastados por el mar
XIV
Apenas nos distinguimos de las rompientes Apenas somos las túnicas de los amantes que penden del vacío Apenas podemos balancear el celoso maderamen que intenta salvarnos de la muerte Apenas somos el nervio de los candeleros que fijan los toldos a sus cabos... Y ese arpón disparado contra el maremoto... Y el cable de ese arpón enredado a las aletas de los tiburones... Y esos nudos desajustados serpenteando por los oasis... Y esas cruces blancas de los barcos vigías... Sabes, nuestra visión es tan pobre que sólo puedo decir terca es la memoria cuando los olvidos recorren las inmediaciones de la piel
XV
... y la noche recostada en la mesana de nuestros vientres Esa noche cruda y rebelde que pide auxilio desde las escalas de emergencia... Es una noche blanca igual a tantas otras Una noche suspendida de las alondras blancas que no gimen Una noche a bocanadas en las chimeneas de los barcos de carga ... y esos peces averiados ... y la ruta evanescente que de un solo trazo desgarra nuestros cuerpos ... y la cruz rompeolas pegada al puente ... La noche renuncia a su belleza El mundo declina sus códigos de navegación
XVI
Llueve Llueve es lluvia gris ríspida y devoradora Esa lluvia que entremezcla los olores de los apareos Esa lluvia que vara aguas en los hoyos sin profundidad Lluvia de advertencia de rostros del amor que no se pertenecen Nada pertenece a nadie cuando llueve Te dije hay ojos de lluvia bocas de lluvia: derrotas que van de un lugar a otro equivocadas o no Van a la deriva Ciegas noches derrumban el humo de la transición Durmientes, quizá, donde descansan los olvidos Nada pertenece a nadie cuando llueve Esos picos de loros simulan manos ácidas y con herrumbre que se acarician en el infinito Esos compases sobre la mesa no gradúan el azul noche o cielo o mar: el único color de la incertidumbre Me pregunté tantas veces si la lluvia nos excomulgaba Quién tiene la respuesta El traje gris se ha vaciado La línea visible de la tormenta vuelve sobre sí Siempre vuelve sobre sí Es fiel a su instinto a su garganta a sus labios rojos apretados contra los vientres apretados de la bruma


Publicado en libros artesanales de SProducciones, 2002

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