miércoles, 9 de septiembre de 2009

ZAFIRO I















Yace lejos, en los años de mi adolescencia

Konstantinos Kavafis




1
En la playa todas son ficciones Hay movimientos de barcos que buscan otros puertos Radas solitarias Silenciosos espigones que envejecen desanudando el velamen del horizonte Me ves Estoy sobre el límite La incertidumbre descansa sobre nuestro espejo de agua Cómo buscar el bote salvavidas de la antigua fragata fondeada en altamar.


2
El fuego fatiga la playa: la belleza desaparece Fíjate, te dije, casi nada subsiste a la bajamar Casi nada subsiste a la miseria que cruje el crepúsculo de nuestros insaciables cuerpos Los puertos han sido violados y el fuego desintegra Nos desvanecemos en esta playa como si fuésemos pájaros astillados por el viento Nuestra salinidad cava la orilla Fíjate, te dije otra vez, hay olor a escombros en la orilla Nuestra juventud yace lejos Es que nos hemos bebido las aguas turbias de la tierra en llamas.


3
Hay jirones de nuestros cuerpos sobre el desierto de la caza azul Mientras dormías sobre el catre del crepúsculo te pregunté: qué soñamos cuando el sol cae violentamente sobre la arena Quién acompaña nuestros desvaríos por los peldaños resbaladizos del infierno Qué son esos signos que se disfrazan de obsecuentes realidades El silencio se hace esclavo de polvo Una huella más del desfiladero y hay huellas de grullas salobres en nuestra piel Tus párpados aún en el vacío de su ceguera, aún en el origen del origen, inventaban adivinanzas Depredaban el lienzo sin desplegar de la vela mayor Es que hay huellas de grullas arracimadas por todas partas Hay alas de grullas gestos de grullas latigazos de grullas desvaneciéndose en el lugar donde los maderos se convirtieron cenizas con el fuego de esta noche.


4
Yace lejos, te dije El viejo galeón yace lejos de la costa y nos duele. Es una fisura de nuestra saciedad Un extraño paredón de rebeldías y sometimientos Somos el mundo de arriba y el de abajo o la bitácora del capitán pirata en sus últimos estertores Sabes, en algún lugar los imposibles detuvieron la profecía Creo que fue, te dije, cuando la luz del faro atacó la intemperie Creo que fue, cuando la mordedura de la ausencia, profanó el milagro de parir entre las sábanas, el grito de su sombra.


5
Los cangrejos vienen a desovar en la bahía por la noche Llegan arrastrándose pesadamente por el agua turquesa Están entumecidos Erectos Han destronado ángeles libres en el hastío Por la mañana, cuando nos levantamos, cuando los objetos invaden nuestras mutiladas miradas, vemos a las gaviotas que desayunan huevos de cangrejos Creí haberte dicho, alguna vez, que un hilo de almas había quedado atrapadas bajo los hombros de las piedras Creí haberte dicho, que las gaviotas todos los días limpian los desechos de la playa.


6
La noche está sentada sobre las piedras: nuestros cuerpos desaparecen del arrecife Ella está aquí urde las trampas Nos recorta el apareo Esparce nuestra comida Dibuja de un solo trazo el enigma fatal del silencio Aquí está la noche Fíjate, te dije, nos devora como las insolentes aguas devoran los grises de nuestros ojos en despedida La noche está sentada sobre las piedras. En esta habitación, nuestros cuerpos blandos y exprimidos, graznan como pájaros heridos que deshacen el atardecer y se deshacen.


7
Se rompe (todo se rompe), te dije Los cuerpos se rompen cuando la crecida los golpea con furia contra la escollera Cuando simulan la totalidad de los sueños incumplidos Cuando fondean en el vacío sin oírse Cuando flotan entreabiertos Cuando creen que el cielo arde en la arena húmeda que ve morir poco a poco diminutos lunares de un collar desenhebrado.


8
Sólo cuando regresas a tu isla te das cuenta que el cuerpo es esclavo de su sombra Hay agua y cielo Sólo hay agua y cielo bajo las sábanas desencontradas Niebla y silencio en las ingles del mar Sólo cuando regresas a la misma isla te das cuenta que el barco está al garete Que hay cielo y agua en el pulso de la tempestad Es que el maleficio desplaza la finitud del horizonte Es que un trozo de la quilla zozobra demasiado lejos o demasiado cerca de nuestras grutas.


9
Los escorpiones asaltan la bahía El espejo se quiebra y nuestros rostros no pueden resistir la ira del Apocalipsis Vuelves a apoyarte en mí El mundo no tiene palabras que detengan en avance de los escorpiones Nadie puede detenerlos y susurras cómo duelen los sueños Al menos, me dije, la ingenua marejada devuelve nuestros cuerpos sin rostros a la orilla Al menos, te dije, la marejada los devuelve.


10
Nunca el invierno desata su furia en la bahía Cuan se equivoca, deja un puñado de nieve para que se evapore Sabes, nunca padecemos el invierno en los tiempos de la infancia o cuando, a la deriva, los cormoranes tantean nuestra transpiración para enloquecer en algún lugar de las palabras que no existen Sabes, nunca las orcas lloran cuando las olas tienen el tamaño de un enredadera en la urgencia del instante.


11
El viento nos fractura todo se aleja: se extingue Te dije: nada pertenece a nadie cuando el viento es una tromba que roza la isla También te dije: las historias se repiten y nada pertenece a nadie cuando cruzamos la cartografía como si fuésemos las puertas de los armarios que esconden cuerpos en desuso Es que el viento se apropia de nuestras buenas intenciones Es que el viento espanta los cuerpos que no quieren ser bruma de una noche que muerda el silencio.


12
El barco zarpa Nunca sabemos cuál es su destino, sin embargo, el mar lo regresa junto a la escoria para que nuevamente volvamos a adivinar el futuro Volvemos a partirnos una y otra vez y una y otra vez volvemos a sumergirnos en el atolón mudo El barco zarpa Cuando el barco zarpa el último semen se fractura La Osa Mayor titila El erguido velamen se hace ocaso Apenas vemos la estela que va dejando su proa Apenas vemos la ruta de las aves carroñeras que acompañan todas y cada una de las partidas Ya no padecemos las mismas confusiones, te dije Es que ahora el destino tiene su máscara tatuada por el fuego de los renunciamientos Es que ahora nuestras carnes se abrazan al naufragio y se hunden, solitarias, en el anochecer.


13
Los niños juegan con el almanaque junto a las escolleras empetroladas Te dije: creo que quieren aprender el oficio de la furia Creo que quieren vestirse de gaviotas por un día sobre la frágil popa de un barco de papel Es que siempre hay manos de gaviotas alrededor de la escollera como si fuesen sumas y restas de ese almanaque turbio Es que siempre hay manos de gaviotas enredadas en los aparejos que se preparan para limpiarnos las escamas en el cementerio de moluscos mientras nuestros ojos contemplan un bocado de carne gastado por el tiempo.


14
Ellos lavan nuestros pies con la espuma Para qué internarnos mar adentro, te dije Para qué abandonar el ropaje del caracol en el borde de la playa También te dije: para qué babear la ruta de regreso que se ahoga en el desmesurado amor por la tierra prometida Ellos lavan nuestros pies con la espuma del océano mientras la rigidez del mundo deja su ficción y nos ausenta.


15
Ellos juegan Están ahí y juegan Los veo Fíjate, te dije Apóyate en el balcón Roza el tapiz del invierno que se acomoda como una vértebra a la intemperie Estoy detrás del vidrio inasible del tiempo y los veo Huelo el aliento a sal de las piedras Los veo juntar trozos de nácar Habitan en mi cabeza como suspiros deshidratados Los veo Juegan con figuras de arena Fíjate, te dije otra vez, se hincan en el sitio reservado para las tinieblas del destino Se atan al planeta que, fugazmente, fisura la noche Recorren el espigón donde la eternidad es un tiempo sin medida Juegan Están ahí y juegan Deshojan el pájaro que cava su madriguera donde el mundo termina por romperse.


16
Ellos, de impecable gris, son los otros Están ahí y juegan Los veo en la hirviente claridad del borde Te dije, entre las sábanas retorcidas, que suben y bajan mutándonos los espejos de agua del reloj Que acompañan la bodega del barco ballenero Que duermen a la mitad de nuestras rutas y desaparecen Viejos fantasmas ondulan nuestra memoria Terca es la ausencia del olvido. Fíjate, el cazador apoya sus manos en el arpón y ellos se esfuman detrás del vidrio Imprevistamente el cuadro de la fantasía se desordena Imprevistamente, ellos tantean los mudos peces que se esconden en la ciudad de los sueños.
Publicación artesanal de SProducciones, 26 de diciembre de 2002




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